Expropiación, ventas millonarias y resistencia comunitaria: la historia de la finca del cenote Xkekén

Valladolid, Yucatán. – Lo que comenzó en 2006 como un proyecto ecoturístico del gobierno estatal, terminó más de 15 años después convertido en un entramado de expropiaciones, ventas cuestionadas y pérdidas millonarias para el erario. Pero en medio de esa historia, los habitantes de Dzitnup escriben hoy un nuevo capítulo: la recuperación del cenote Xkekén, patrimonio turístico y cultural de su comunidad.

De la expropiación al IVEY

En 2006, la entonces gobernadora Ivonne Ortega Pacheco decretó la expropiación de 149.25 hectáreas al comerciante Cámara Sosa, con la promesa de un plan ecoturístico. El recurso legal interpuesto por el afectado fue desechado y la expropiación se inscribió en 2009. Años después, en 2018, el predio fue entregado al Instituto de Vivienda del Estado de Yucatán (IVEY) como dación de pago, sin aclarar a qué deuda se aplicaba.

Ventas cuestionadas

En 2022, el IVEY dividió el terreno en 12 partes y al año siguiente inició su venta. El cenote Xkekén, valuado en más de $1 millón, fue vendido en apenas $296,000. Otro lote con valor catastral de $7 millones se entregó en $1.9 millones, mientras que otra operación se realizó a un precio 72 veces mayor al avalúo. Estas transacciones dejaron al descubierto pérdidas millonarias para el Estado y beneficiaron a unas cuantas empresas privadas.

Empresas detrás de las compras

Las operaciones involucraron a Impulsora MID, S.A. de C.V., vinculada a Adrián Choza Chenhalls, y a FR Consur, S.A. de C.V., creada en Mérida en 2015. Ambas compañías incrementaron su capital social tras adquirir terrenos en Dzitnup, consolidando su presencia en un espacio que, históricamente, ha pertenecido a la comunidad. Cabe destacar que toda esta información por mucho tiempo fue negada a la comunidad de Dzitnup quien nunca supo de la compraventa y de los líos políticos del sitio, del mismo modo los pobladores en su momento fueron con Mauricio Díaz Montalvo quien fungía como director de CULTUR quien les nego que el terreno había sido vendido a un particular por lo que creían que solamente era concesionada a una empresa.

Dzitnup: la comunidad que resiste

Mientras gobiernos y empresarios negociaban en escritorios, los más de 2,500 habitantes de Dzitnup quedaban al margen. Durante años, la administración privada del parador turístico ofreció apenas 15 empleos y restringió el acceso de artesanos, vendedores y productores locales, muchos de ellos mayahablantes, quienes dependían del turismo para su sustento.

El sentimiento de despojo se fue acumulando hasta convertirse en organización. Hoy, los pobladores decidieron unirse de manera colectiva —sin caudillos ni liderazgos únicos— para reclamar la administración de los cenotes Xkekén y Samulá. Su meta no es cerrarlo, sino gestionar el sitio de manera comunitaria para garantizar que las ganancias del turismo no salgan del pueblo.

La propuesta es clara:

Empleos dignos para los habitantes de Dzitnup.

Ingresos directos para la comunidad a través de la taquilla.

Espacios abiertos y justos para que los artesanos y comerciantes locales puedan ofrecer sus productos.

Respeto a la lengua y cultura maya como parte de la experiencia turística.

En el fondo, su lucha no solo es por un cenote, sino por la dignidad y el derecho de decidir sobre su propio patrimonio mismo que hasta el día de hoy sigue y seguirá abierto al turismo.